Orígen: Ponta Porã (09:30h) Destino: Asunciõn (20:00h) Km: 487.9 Tiempo: 7:32h Consumo: 6.4 l/100Km Alojamiento: Hotel Los Cipreses 50USD
Viajeros del mundo, no os saltéis Paraguay! Vale, en el mundo de la moto ahora se empieza a conocer el Chaco y la Picada 500, pero para mi, que no me podia permitir esa aventura, Paraguay seguía siendo ese agujero en medio de sudamérica que poco tenía que ofrecerme más que un nuevo sello en el pasaporte. Ay, que osada es la ignorancia!
Después de echar unas birras con Miguel, más de la cuenta porque costaba resistirse al ambiente de la noche brasilera, cayó el diluvio universal o eso parecía en la uralita que techaba el acceso al garage de mi hotel. Me levanté resignado a estrenar el traje de agua, pero de nuevo la fortuna estaba de mi lado y mientras esperaba a que abriera la frontera brasilera, escampó y el sol salió timidamente. Desayuné, recogí todo, me envolvi en la sauna portatil que esta resultando el traje de la moto y fui a recoger a Miguel. Habíamos quedado vagamente en ir a Migraciones juntos y de ahí a Asunción si conseguiamos cargar su mochila en Paraguaçu, pero llegue 15 minutos tarde y no lo vi. En migraciones tampoco estaba, le tiraría para atras la lluvia de la noche? Conseguí el sello de salida y fui para la aduana a registrar la salida de la moto. Después de media hora, como Paraguaçu es brasilera, no necesita papeles para moverse en el mercosur, así que Paraguay, ahí vamos! Sello en migraciones y lo mismo, el vehiculo no necesita declaración la aduna, que igualmente esta cerrada el fin de semana. El registro de migraciones en Pedro Juan Caballero está saliendo del aeropuerto de Ponta Porã a la izquierda, al final de la avenida, junto la bandera enorme de Paraguay y un centro comercial (lleno de brasileños comprando).
Tal y como salgo de Pedro Juan, el cielo se vuelve a tapar y con las primeras gotas decido parar y ponerme el traje de agua. Cagueta! Yo todo amarillo fosforito a resguardo del agua y los locales, 4 en una moto, sin casco y en manga corta. Sólo llueve un ratito, pero por no parar otra vez sigo con el traje, lo que hace que llame aun más la atención. Con la parada de la lluvia, el sol empieza asomar timidamente y con el aparece una vegetación inmensamente verde. Como el sol, una sonrisa empieza a asomar timidamente debajo del casco. Al cambiar a la ruta 3 (ya sin el traje de agua), la carretera se vuelve más recta y la vegetación menos abundante, pero a cambio aparecen multitud de pueblitos llenos de vida.
Entre estos pueblitos, llama la atención unas casas, con un amplio jardin frontal, con algunos arboles y grandes campos detras. Recuerdan a los poblados amish de «Único testigo«. Ostras! Pero si ese chico que me acaba de saludar va vestido igual que el de antes. Y esa mujer? Lleva un sombrero como los de la película! Y es que, aunque el Gran Chaco contiene la mayor comunidad menonita de Paraguay, en las regiones orientales también hay algunas comunidades.

Otra cosa que hay en la ruta 3 es multitud de ciclistas con coches de apoyo. Espera, pero estos ciclistas? Si esa podría ser mi madre! Y ese? Ese no lleva una virgen? Pues resulta que el 8 de diciembre de 1765 fué inagurado el santuario de la Virgen de Caacupé, patrona del Paraguay y destino de peregrinaciones de todas partes del país.
Los bicigrinos se repiten en toda la ruta hasta cerca de Asunción, a la que entro con los últimos rayos de sol. Y en esas que iba yo tan tranquilo por la avenida, dirección al hotel que Jorge y Hugo, de Riders Paraguay, me había reservado, cuando una moto me hace señas. Es Enrique, miembro de un motoclub de Asunción que me pregunta mi historia y que rapidamente llama a su colega David, que el año pasado hizo una ruta similar, y me invita a compartir una chela con ellos y compartir historias del viaje. Me intento resistir todo lo que puedo, llego tarde a mi cita con Jorge y no tengo datos para avisar, pero soy débil y no se decir que no. Así que aún no se como me veo rodeado de moteros que estan preparando un asado del que me acabo de convertir en el invitado estrella. Compartimos charlas y anecdotas, pero me pesa el tener gente esperandome, así que tristemente me despido con la intención de vernos un rato más mañana y parto rumbo al hotel. Llego dos horas tarde, cansado, pero increíblemente satisfecho de haber cambiado mi ruta y haber entrado a Paraguay por aquí. Mañana…. mañana no tengo ni idea de a donde iré!
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