Curvas y rectas

Origen: Villa Unión (11:00h)           
Destino: Santa Maria (20:30h) 
Km: 536.8          Tiempo: 6:49h      Consumo: 5.6 l/100Km
Alojamiento: Hotel de Turismo 500 ARS

Cuando rodé por Bariloche, en la mitad sur de la ruta 40, ya comenté que había tramos bellísimos de esta carretera y tramos totalmente infernales. Es normal, son 5194 km de largo! El norte no es una excepción, hay serpenteantes cuestas que suben y bajan, soporíferas y peligrosísimas rectas interminables y tramos mixtos.

El día empezaba tarde. Pese haberme despertado a las 5am, no conseguí saltar de la cama a una hora decente y todavía tenía que escribir el post de ayer. Ademas tocaba llamar a casa, es el día de reyes, el primero en 39 años que no estoy en casa. Una vez montado en la moto había que repostar, la siguiente gasolinera está a 180km, con tan mala suerte que están descargando combustible. Media hora más de espera y encima no aceptan tarjetas de crédito! Suerte que cambié más pesos en Mendoza, pero a este ritmo no llego a San Pedro con los que me quedan.

Ahora sí! Ya en ruta! El camino hasta Chilecito pasa la cuesta Miranda, curvas y mas curvas. Ya ni me apetece exprimirlas a gas, simplemente me dejo mecer por el vaivén enlazándolas suavemente; me estaré haciendo mayor? De golpe una sombra me hace levantar la mirada hacia el cielo, parece un cóndor! No, son tres cóndores que me sobrevuelan en círculos acompañándome el trayecto. Es la segunda vez que los cóndores me sobrevuelan. La primera, cuando hice el descenso al cañón del Colca, me comentaron que eso era un buen presagio, esperemos que así sea.

Acabada la sinuosa cuesta Miranda y después de una pausa para repostar y picar algo, volvemos a las infinitas rectas. El calor es asfixiante. Empieza a hacer algo de aire, un aire ardiente que te abrasa la cara si llevas la visera levantada. Pero con la visera bajada, por mucha ventilación que diga Arai que tiene, el casco es como un invernadero con una temperatura sofocante. A la vera de la carretera se ven pequeños remolinos de arena, pequeños tornados en potencia que esperemos no se decidan a cruzar la carretera pero que de vez en cuando te envían una sacudida que por poco me hacen descabalgar de Paraguaçu. No hay forma de ver el final de la recta, el calor que brota del asfalto dibuja manchas en el horizonte. Al menos, cuando atravesé la ruta 20, había algo de trafico que te distraía, pero aquí la monotonía es tal que es imposible que los párpados no cedan. Me descubro con los ojos cerrados y los abro sobresaltado. No hay donde parar, el siguiente pueblo está a 80km y no hay ni una sombra a la vista. Me concentro en no cerrar los ojos: canto, bailo, escribo este post en mi mente… Por fin llego a Londres, paro en el único comercio que veo y a falta de café, me tomo un refresco. Espero sea suficiente.

De Londres a Hualfin son 80km de zona más o menos urbana. Se pasa la cuesta de Belen y la carretera es entretenida. Aparecen unos glaciares al oeste y decido salirme de la ruta por un camino que parece que les lleva directos. Seguro que saco una buena foto! Enseguida el camino se adentra en una población y muere en el lecho de un ancho río casi seco. Me sigue faltando ese puntito para atravesarlo, así que me doy media vuelta y vuelvo al plan original. De nuevo en la 40 los márgenes se han poblado de ganado. Hay rebaños de cabras  y ovejas a ambos lados, sin nadie que las cuide, que atraviesan la calzada de improviso obligándote a estar atento. También algunas vacas algo secas y hasta un par de toros peleando entre ellos a escasos dos metros del asfalto. Espero que la cámara que llevo en el casco los haya sacado (no, no lo hizo!) porque no pienso parar para sacarles una foto con la otra cámara, no me veo rodando un toro por primera vez aquí en Argentina y vestido de moto.

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Llego a Santa María, a escasos 80km de Cafayate, mi objetivo. Paro a repostar y me comentan que en una hora estoy ahí, pero que vaya con cuidado porque hay muchos animales sueltos, con lo que mejor circular de noche. Me queda una hora de sol, así que me da tiempo! Pero el gps guarda una ultima sorpresa en la manga. No se por que razón, en lugar de devolverme a la 40 me lleva por una carretera menor. Doy por hecho que empalmará con la 40 más adelante, lo que no sabía es que para hacer ese empalme me he de meter por 10km de ripio. No hay problema, sigo para adelante! Cada vez me gusta más eso del ripio y casi que ya lo prefiero al asfalto. En Bolivia será todo así, con lo que mejor coger experiencia. El ripio inicial deja paso a piedras más grandes, haciéndome disminuir la velocidad, hasta que un río se planta delante de mi camino. No tiene casi agua y aunque parece algo embarrado, no se ve un imposible. Son las 20h me quedan 20 minutos de sol, el cielo amenaza lluvia y aun me quedan unos 8km de pista. Se me va a hacer de noche seguro y es algo que puedo evitar. Me doy media vuelta y me quedo en Santa Maria a ver si consigo roscón de reyes.