Origen: Padilla (8:30h) Destino: Muyupampa (18:00h) Km: 178.7 Tiempo: 6:09 Consumo: 5.3 l/100Km Alojamiento: Hotel Cupesí 50 BOB
La salida de Padilla engaña. Si bien los primeros metros es un arenal, rápidamente la carretera esta recientemente asfaltada, pero no, no es así hasta Monteagudo. Los chicos del hostal me habían pronosticado tres horas hasta Monteagudo, que si estaba fuerte fisicamente me daba para llegar a Santa Cruz, pero entre risas comentaron entre ellos que haría noche ahí. Pues casi!
El asfalto termina rápidamente y empieza una carretera en construcción con buen ripio que me permite ir cogiendo confianza de nuevo. Pero cuando empiezo a subir marchas y ponerme de pie llegan las primeras curvas. La carretera, aunque ancha por la nueva proyección es muy revirada y el ripio deja paso a algunos bancos de arena. Pero lo peor esta por llegar! La carretera mantiene las curvas, pero gana pendiente y unos poderosos barrancos al margen. A cambio también gana en belleza apareciendo una selva subtropical frondosa. Lástima que la dificultad de la carretera no te de mucha opción a disfrutar del paisaje y es que quien la diseñó se le ocurrió una trampilla más, los bancos de arena no están aleatoriamente puestos, si bien hay algunos en las rectas, la mayoría están en las curvas. La primera regla de este tramo es: toda curva de 90º o más ha de tener arena, en el resto de la carretera es opcional. Pero hay una segunda regla más jodida aun: la cantidad de arena en la curva será directamente proporcional a la dificultad de esta. Así, cuanto mayor sea el ángulo de giro, menor el radio de la carretera, mayor el desnivel que salve y mayor la caída por el precipicio al borde de la curva (obviamente sin guardarrail), más arena tendrá la curva. A todo esto hay que sumarle pick-ups de las empresas que construyen la carretera subiendo y bajando como si participaran en el Dakar.
Han pasado poco más de dos horas y la carretera esta cortada hasta las 12h por trabajos en la vía. Me va bien el descanso. El coche de delante me dice que faltan aun tres horas para Monteagudo. El de detrás me dice que cuatro. Nadie sabe los kilómetros. Aquí en Bolivia, como ya me paso en su día en Perú, las distancias se cuentan en horas. El problema es que miran tu moto, te miran a ti y hacen una estimación de lo rápido que eres. Hasta ahora no han acertado demasiado en sus estimaciones, pero estoy cerca de conseguir un factor de conversión de lo que dicen a lo que tardo realmente. Aprovecho la parada para bajar un poco más la presión de las ruedas y comerme las dos barritas energéticas que llevo. He de aprender a perder 10 minutos y no salir en ayunas.
Temeroso de mi velocidad, dejo pasar a todos los coches que estaban esperando y salgo el último. Mal! Con la presión más baja voy algo más cómodo y por ende algo más rápido. Sigo sin ir a la velocidad de los coches, pero si voy más rápido que los autobuses y ahora me esta tocando comerme todo el polvo que levantan. Por suerte paran en un aldea cercana a almorzar. Yo me veo con fuerzas y tiempo de llegar a comer algo en Monteagudo. Aunque voy más cómodo, la dificultad del tramo no varía, si bien ya no hay camionetas de la obra, si hay camiones que suben y bajan a mover arena y rocas. Por suerte, después de hacerte comer mucho polvo, te dejan pasar a la salida de una curva, dejándote respirar de nuevo.
Llego a Monteagudo exhausto, famélico y deshidratado, así que en el primer letrero que encuentro donde sirven comida me paro. Sólo hay costillar. Bueno, no es lo que mas me apetece pero me comería cualquier cosa ahora. Eso pienso hasta que llega el costillar y su olor tira para atrás. Me como las patatas fritas, el arroz y la ensalada que lo acompañan y dejo las costillas para los perros que se han acercado al oler la comida. Es impactante la cantidad de perros famélicos que hay en Bolivia. Muchos en medio de la carretera, esperando que los coches y autobuses les tiren comida. Otros tantos en los pueblos, esperando en la puerta de restaurantes y tiendas que salgas con algo de comida que compartir con ellos.
De monteando a Ipatí, donde comienza el asfalto, son sólo 100km, deberían ser unas 2-3 horas, justo el tiempo de luz que queda. Con la panza llena me veo fuerte para llegar, así que me pongo en marcha. De nuevo la salida de Monteagudo engaña. Empiezas con un enorme arenal que te hace pensar que ni en broma serán esas 2-3 horas, pero luego mejor y aparece un buen ripio que te permite poner hasta quinta. Aún así no me fío y prefiero ir algo más lento. Me da algo de miedo encontrarme con una sacudida que me deje el hombro de nuevo fuera de juego. Son algo más de las 17:30 que llego a Muyupampa, ahora llamado Vaca Guzman. He hecho la mitad del camino, pero me voy a quedar aquí y mañana saldré temprano (espero).
Por Muyupampa paso la guerrilla de Ñancahuazu, liderada por el Che, antes de establecer su campamento un poco más al norte. Hace una agradable tarde de verano y la gente, igual que ayer en Padilla, sale a la plaza de armas a pasear y socializar. Las calles aledañas se llenan de puestos de comidas y los comercios siguen abiertos con sus propietarios sentados en las calles. Mucha más vida que hace un par de horas, cuando el sol aunque bajo, aun castigaba.