Chala

Origen: Arequipa (9:40h)           
Destino: Chala (18:30h) 
Km: 401.2         Tiempo: 6:46     Consumo: 4.5 l/100Km
Alojamiento: Hotel de turistas 82 PEN

El día de hoy no pronosticaba grandes atractivos y mi ánimo tampoco está para buscarlos. Calculo llegar a Lima en dos o tres días, por la aburrida panamericana. El mayor atractivo creo que será los ceviches y jaleas que voy a poder comer en los pueblos pesqueros. Con esta idea de llegar lo antes posible a la costa y comerme el máximo de kilómetros posibles, salgo de Arequipa en ayunas y con antojo de un pan con chicharrón.

A pesar que el camino que me marca el GPS está en obras, no es tan complicado encontrar una alternativa como en La Paz. Los alrededores de Arequipa son áridos y la carretera discurre en medio del desierto. Será el paisaje que me acompañará hasta Lima con la única diferencia de que al llegar a la costa tendré el mar al oeste. En las paradojas próximas al primer peaje encuentro el deseado chicharrón, sin pan ni salsa criolla como me gusta a mi, pero bien fritito y sabroso. Hasta Camaná la carretera avanza entre curvas, subidas y bajadas, con bastante viento lateral que me hace rodar incomodo. De golpe cambia el aire. Huele a mar y al salir de la curva ahí aparece el Pacífico, con su fuerte oleaje totalmente opuesto a su nombre. Hacía más de un mes que no veía el mar y la idea de un ceviche para comer se instala en mi cabeza. Paro pasado Camaná, en el restaurante a pie de carretera que tiene más coches en la puerta. No tienen ceviche, solo los domingos, así que me “conformo” con un arroz con mariscos. Es diferente al del norte o al limeño. Aquí hay otro tipo de mariscos, sin conchas y con más caracoles y lapas. La panamericana aquí también es diferente a la que conocía más próxima a Lima. Bordea la costa con un acantilado a la izquierda que da vértigo. A la derecha paredes de arena que en algunos trozos se comen el carril a pesar de los topes hechos para resguardar la carretera de estas dunas. Entre la altura y que creo que algo no me ha sentado bien, no voy nada cómodo encima de la moto. Me quedan 150 interminables kilómetros, estoy algo mareado y el estómago no esta fino. Por suerte la carretera se aleja del acantilado sin alejarse de la costa; las curvas son más planas y las rectas más anchas convirtiéndose más en la aburrida panamericana que conocía y que tan bien me va ahora. La proximidad del océano levanta una neblina que me empaña las gafas y no me deja ver con claridad, así que opto por ir sin gafas.

El sol empieza a ponerse cuando llego a Chala. Me hubiera gustado llegar más cerca de Nazca y así mañana tener un día más relajado donde poder disfrutar hasta de un ratito de playa, pero si mañana consigo salir pronto igual me da para comer en Cerro Azul y hacer noche en San Bartolo y que sea el domingo el día de playa!