Origen: Chala (9:10h) Destino: Cerro Azul (17:10h) Km: 485.1 Tiempo: 6:27 Consumo: 5.6 l/100Km Alojamiento: Hospedaje Alcalá 200 PEN
Hace dos años se frustró mi primer viaje en moto por Perú camino a Ecuador por una caída. Eso me permitió pasar la Semana Santa con la que se convertiría mi familia en Lima. Fuimos al sur y recuerdo el día de Cerro Azul como el mejor día de playa que he pasado en Perú. Dicen que no hay que volver a donde has sido feliz, pero yo quería comerme unas «Lágrimas de Cristo» en la playa de nuevo.
El camino hasta ahí es aburrido, la panamericana de infinitas rectas por medio del desierto peruano. Claramente el tramo arequipeño de la panamericana es el mejor que conozco aunque su asfalto está algo roto. Va más cerca de la costa y aunque mi pánico a las alturas no me haya permitido disfrutarlo tanto por sus acantilados me ha recordado los planes de muchas matinales de domingo, donde salía de Barcelona hacía el norte por la NII, que no tiene nada más que transitar al lado del mar y es que ver y oler el mar me pone de buen rollo.
En la ruta de hoy hay varios atractivos que voy a saltarme por ya conocer o por preferir llegar a almorzar a Cerro Azul. El primero y seguramente más desconocido son las catedrales de Marcona y en especial su elefante, de hecho yo supe de su existencia hace dos días gracias a buenviaje.pe. El siguiente punto de interés es Nazca y sus geoglifos. Hace algo más de dos años los sobrevolé y son realmente espectaculares y sorprendentes. Si no quieres pagar los 100USD que cuesta sobrevolarla, puedes aprovechar que la panamericana pasa por mitad de algunas y hay una plataforma metálica que hace de mirador. No se que cobran por subir y si vale la pena, pero creo que la forma de verlas es comerse una biodramina y subirte a la avioneta. Después de Nazca viene Ica y su famoso oasis de la Huacachina. A mi me decepcionó un poco el oasis como tal, pero la experiencia de los boogies y el sandboarding me lo pasé teta! En el fondo, toda la panamericana es un desierto con oasis verdes a las riveras de los ríos que bajan de los Andes. Si bien es cierto que la Huacachina, al estar bordeado por una gran duna es más espectacular, aunque al otro lado este rodeado por mil hostales y agencias de turismo. Por último llegamos a Paracas, con las islas Ballestas y la reserva natural como grandes atractivos. Las playas de la reserva son de las más bonitas de Perú, aunque la última vez que fui, en esa Semana Santa, estaban tan llenas de gente y llenas de tiendas de campaña que me agobiaron un poco.
Dejados los acantilados atras, voy mucho más rápido y el único freno son los semáforos de los pueblos por los que pasa la panamericana, en especial el de Chincha. Se me ha hecho tarde para almorzar, pero lo bueno de la playa peruana es que esta plagada de chiringuitos que sirven comida a toda hora. Es sábado y estoy relativamente cerca de Lima y a pesar de que el día está algo gris hay bastante gente en Cerro Azul y me cuesta encontrar alojamiento con parking para Paraguaçu. Una vez alojado voy directo a la playa a por mi ceviche. No recuerdo como se llamaba el chiringuito, me suena algo de delfines, así que la primera chica con unos delfines en la camiseta le pido mis «lágrimas de Cristo». No tiene ni sabe que es, pero tiene un ceviche mixto que da el pego. Luego veo que todos los chiringuitos tienen delfines en su camiseta. Dos Pilsen, ceviche en la playa y otra puesta de sol increíble, qué más se puede pedir!?