Un mar de piedras

Origen: Talsin (10:24)
Km: 236 Km
Nasser Palace
Destino: Hassilabield (16:32)
Tiempo: 6:07 h
90% OffRoad - track

Por lo que me han dicho, el plan para hoy son pistas rápidas y a la hora de comer debería estar en las dunas de Merzouga. Parezco nuevo y sigo creyéndome las estimaciones que hacen por mi, pero con esa idea salgo tarde y relajado de Talsint. Obviamente la dificultad y la velocidad estimada depende de las manos del piloto, así que debería haber aprendido que en mi caso todo va a ser más difícil y por tanto más lento.

Confiado, me permito el lujo de salirme de la carretera para hacer un rodeo inútil por una pista rápida y aburrida. Después de un rato de carretera, el track sale a la derecha por donde ahora están haciendo un campo de cultivo y no hay paso. Con la experiencia de los últimos días, sigo las roderas bordeando el vallado y retomando el track un poco más adelante. No será el último obstáculo! Un poco más adelante, el track vuelve a chocar con un vallado pero esta vez no hay roderas evidentes. Por suerte aquí es muy fácil salirse del camino: es una gran planicie de firme duro y sin demasiadas piedras grandes, lo que permite improvisar camino para bordear las fincas y llegar de nuevo al track.

La pista, rapidísima, me permite poner el trípode y hacerme un par de fotos de postureo (aún sigo creyendo que será un día suave). Poco a poco la pista va subiendo y las piedras empiezan a aparecer por todas partes. Piedras pequeñas, con algunas algo más grandes, que hacen que la conducción sea mucho más cansada, exprimiendo al máximo a las suspensiones. A medida que aumentan las piedras aparecen nuevas trazadas paralelas, algunas algo más limpias de piedras, así que vale la pena atravesar el mar de piedras en busca de una trazada más limpia, pero no te engañes, no hay una rodera perfecta, simplemente un poco menos mala.

El traqueteo de las piedras sumado a lo aburrido de la pista va minando mi moral y me noto muy cansado. La pista es una recta infinita, sin nada que llame la atención a la vista por ningún lado. Se me está haciendo eterno! Y de pronto, un oasis! Unas palmeras aparecen a lo lejos y eso me llena de nuevas energías. La verdad que el oasis al final no era nada: no, no tiene una lago en la base de las palmeras donde tirarte a beber hasta saciar la sed pero si hay un pozo y algunas construcciones para el ganado.

Empiezan a aparecer los primeros bancos de arena que paso sin demasiado apuro pero sin ninguna seguridad. Casualmente, en cada uno de estos pasos más complicados hay un tenderete de artesanía beréber con lo que a la que empiezo a ver un tenderete a lo lejos empiezo a imaginarme lo peor. Y sí, lo peor esta por llegar! Un rio de arena de unos 100 metros de ancho que hay que cruzar. A ver, todos lo sabemos: «la inercia es tu amiga», «ante la duda gas», «culo atrás y marcha larga para flotar sobre la arena», bla, bla, bla. Al ver la arena me da un patatús y me pongo en modo cagón, haciendo todo lo que no tenía que hacer: entro sentando, en primera, y obviamente me voy al suelo al poco de empezar! Además, ya que había parado antes de entrar, podía haber leído mejor el terreno! Dos metros más a la izquierda la arena parece más compacta y es muchísimo más fácil pasar por ahí.

Ahora ya no sé que prefiero, si el martilleo constante de las piedras o los latigazos imprevisibles de la arena. Por suerte no queda mucho para volver al asfalto: algunas subidas pedregosas, algún campamento bastante pobre y las dunas de Erg Chebbi cada vez más imponentes. El track abandona rápidamente la carretera para pillar una pista dura con algún charco de arena directo a las dunas y es que Hassilabield y en concreto el hotel, esta a los pies de las dunas.